Ta Van - Chang Ta Chai 25 octubre

Ta Van 6:38 am. Amanece lloviendo.

A esta hora me levanto, ayer me acosté bastante pronto. Soy el primero en levantarme y aprovecho para afeitarme y tomar una ducha con agua caliente, que sorpresa. Me habían dicho que en estas casas no disponían de agua caliente. Mientras espero que se levante la gente me voy para fuera, para no hacer ruido, y aprovecho para recoger un montón de colillas y restos de bolsas de plástico. No puedo evitarlo cuando estoy en medio de la naturaleza.

Hoy el trekking sera de mas dificultad ya que ha estado lloviendo toda la noche y todavía sigue lloviendo. Aunque ahora la lluvia es muy fina.  Eso significa que sera mas fácil resbalar y que habrá mucho barro. Se pone interesante, lo malo es que no llevo ropa para la lluvia.

A las 8 am, como un reloj, Fam ya esta esperando en la puerta de la casa. Ayer me dijo que por la mañana no vendría porque tenia que cuidar de su hijo pequeño, 1 año, y que vendría por la tarde a Sapa a venderme el vestido. Pero aquí esta, la primera de todas.

 Hoy como llueve no vendrán tantas mujeres como ayer.

El dia ha sido mas duro que ayer, eran menos kilómetros pero bastante mas duros. Hemos subido y bajado por varias laderas de montaña, como acostumbran ha hacerlo las mujeres Hmong y Zao. Debido a la espesa niebla y lo que llovió, durante la noche pasada, los senderos están llenos de barro muy resbaladizo. Aparte de mi compañera inseparable, Fam, hoy me ha acompañado una mujer Hmong, cuyo nombre no me acuerdo nombre. Me han dicho tantos nombres y tan raros que no me acuerdo de todos. Fam me ha ofrecido llevar la mitad de mi equipaje en su cesto, pero le he dicho que no hacia falta. Como voy a dejar que una mujer haga mi faena.

Aquí, las mujeres están acostumbradas a que los hombres hagan prácticamente nada. Los hombres se limitan a sentarse, charlar, beber y su trabajo mas duro es cuidar de los búfalos, en la montaña. Los búfalos los utilizan para arar la tierra y así poder cultivar. También poseen cerdos, gallinas y patos que son para alimentarse.

En la montaña hay una planta cuyas hojas son mortales. Dicen que si te comes, unas 10 hojas, te mueres al cabo de pocos minutos. Ya tengo sitio donde venir a morir cuando llegue mi momento. Haré como los indios de Norte América, que cuando eran muy ancianos y no servían para mucho, se iban a las montañas y morían
plácidamente.

Caminando por laderas y senderos hemos llegado a una cascada que cuando no llueve durante días esta seca. Pero hoy había abundante agua. Luego hemos seguido un sendero hasta llegar a la aldea Chang Ta Chai, poblada por Zao y Hmong. Tiene unos 3000 habitantes.

Desde el pueblo hemos subido una pendiente del 45% de piedras hasta llegar a la carretera, donde nos esperaba una furgoneta para llevarnos a Sapa.
Mientras hacíamos un descanso, las mujeres intentaban vender sus artículos. Fam se aseguraba de que no comprase para que solo le comprase a ella, cuando viniese a Sapa.

A las 16:30 se marchan Diana y Shana junto con las 3 chicas y el chico de Israel. Me he informado y los israelís cogen el mismo tren para Sapa y me han dicho que cuidaran de ellas. Como se que son buena gente, me quedo mas tranquilo.  Durante estos días, también se han preocupado un poco por ellas y han visto como podía comunicarme perfectamente con ellas. Mediante la escritura, tengo una libreta llena de hojas de nuestras charlas. También me enseñaron algo de su lenguaje de signos. Lo que no sabia es que cada país tiene su propia lengua de signos.

Por la tarde voy a sacar dinero, para pagar a las mujeres Zao y Hmong que vendrán porque les prometí que les compraría algo. En el cajero empiezan los problemas con el dinero de plástico. En España, cuando vas a sacar dinero del cajero, solo tienes 2 opciones, crédito o débito. Aquí hay 4 y menos mal que se ingles porque sino iba apañado.  La que seguro que no es es la de crédito, porque mi tarjeta es de débito. Pruebo las otras 3 pero ninguna funciona, el cajero me devuelve la tarjeta sin realizar ninguna operación. Ya me estoy poniendo negro, como odio el dinero de plástico. No hay nada como viajar con todo el dinero en el bolsillo, sin depender de si hay cajeros y si funcionan o no o si hay bancos.
Menos mal que una mujer entra en el cajero y me dice que el cajero no tiene dinero, que la siga que ella trabaja en el banco y abren ahora.  Pero dentro del banco, no puede hacer nada porque les falla la comunicación. Así que tengo que volver pasada una 1/2 hora. Y a todas estas, las mujeres están esperándome en la puerta del hotel.
Finalmente cuando regreso, el cajero ya funciona y puedo sacar el dinero y comprar.